¿Mediación o ADR?

Tras asistir a la jornada «El futuro de la resolución de conflictos con consumidores: las ODRs en los servicios financieros» el pasado viernes en la Universidad de Barcelona, me gustaría hacer una breve entrada reflexionando sobre como ha evolucionado mi perspectiva sobre la mediación.

Si cuando me embarqué en el Máster pensaba en la mediación como la gran solución a los conflictos y a la que tenía que dar a conocer porque a todo el mundo le parecería una solución fantástica cuando lo conociera, al poco tiempo me topé con una pared de hormigón con un gran NO. Probablemente mi idealismo era fruto de un desconocimiento total y de una visión muy romántica de la mediación. Aún así, reconozco que sigo teniendo la esperanza que se conozca y se use y que pueda ayudar en todo lo que puede ayudar la mediación cuando las personas recurren a ella.

A lo que quiero llegar con esto es a algo que me gustó y al mismo tiempo no me gustó de la jornada del viernes. Y es que los ponentes y algunos de los asistentes, enfatizaron la confusión que hay con el concepto de mediación, hasta el punto que ya no sabían si mediaban o estaban haciendo otra cosa. La conclusión fue: hagamos lo que hagamos, lo que sí que hacemos es resolución y gestión de conflictos. Algunos incluso defendieron que prácticamente no importaba a qué se llamara mediación si eso ayudaba a difundir su uso y el conocimiento de la profesión.

Esto puede ser positivo (y esta es sólo mi opinión) porque a veces la definición cerrada de la mediación cierra puertas a poder gestionar determinados conflictos. Pero, al mismo tiempo, si aún no se conoce la mediación y cuesta que el concepto llegue a la ciudadanía, será aún más difícil cuando aparezcan cosas muy diferentes a las que llamen mediación. Por ejemplo los llamados «mediadores de seguros» (que no mediadores en el ámbito de las aseguradoras), o los que en Francia hace tiempo que se llaman médiateur culturelle y que empiezan a aparecer en España (que no mediadores interculturales) y que es otra forma de llamar a los guías de museos. Otro ejemplo reciente, es la mediación hipotecaria, que tal como se comentaba en la jornada funciona y muy bien, pero es más bien una intermediación, aunque su nombre oficial es mediación. Estos son sólo son algunos ejemplos de cómo de confuso se puede volver el concepto de mediación si se empieza a usar a troche y moche porque «está de moda» o porque ya suena a los ciudadanos y así les va sonando más.

Así pues, a mi me queda la duda de si será bueno que el término mediación se expanda para abarcar más conceptos de resolución de conflictos, más ADR en definitiva. No tengo la respuesta, ni tampoco creo que la llegue a tener a corto plazo. Para mí de momento, creo que es importante que la población sepa y sea consciente que hay formas de resolver los conflictos más allá de los juzgados o de los árbitros, formas que puedan acomodarse mejor a su situación o necesidades.