Durante mis salidas a montaña, además de relajarme i conectar con la naturaleza, suelo reflexionar. El otro día en medio de un ascenso, me sobrevino una idea: la mediación es como subir una montaña, como hacer una ruta, como buscar una cascada en medio de un bosque. Es un proceso que requiere de un esfuerzo pero que luego resulta gratificante.
Tanto en montaña como en mediación, hay que trabajar para conseguir un objetivo que recompensará el esfuerzo, aunque a veces no resulte como nos habíamos imaginado al inicio del camino. El acuerdo de mediación no siempre va a ir por donde esperábamos en un inicio, aunque sí que se ajustará a nuestros intereses y necesidades. El camino no siempre nos dará un resultado espectacular como puede ser la cima del Carlit, sino que quizás nos encontraremos con una buena experiencia con las personas que nos acompañan. O quizás con un dia nublado y con niebla que no nos dejará ver la inmensidad de un paisaje pero nos llevará otras sensaciones y experiencias. La recompensa estará ahí, sólo hay que estar abierto a ella.
Quizás el conflicto representa el camino y la mediación es el equipo que decidimos traernos en esta ruta. Con ella puedes aprender, observar tu entorno, reflexionar sobre nuestras necesidades y objetivos. Además algo muy importante de la mediación es que es un equipo que nos permite respetarnos a nosotros mismos y a nuestro entorno. Aunque para conseguir todo esto tengamos que estar pendientes de este equipo y hacerle el mantenimiento, que tengamos que tener puesta nuestra atención en nuestra autoconsciencia y forma de actuar y comunicar con la otra persona.
Así pues, en el transcurso de este camino, la persona mediadora, como una brújula, un mapa (o GPS según preferencias) o un guía de montaña, nos acompaña en el camino para poder conseguir nuestro objetivo. A veces nos olvidamos de los recursos que tenemos a nuestro alcance para no perdernos y actuamos de formas que luego nos pueden llevar por caminos inhóspitos. El mediador acompaña en el proceso de usar herramientas de afrontamiento positivo (las que ya tenemos y las que podemos aprender en el proceso) para para llegar a un buen acuerdo.
Luego está el entrenamiento. Uno puede irse directamente a la montaña o ir entrenando para llegar a ella de la mejor manera posible. En esto está el trabajo de prevención del mediador. En la posibilidad de acompañar en el entrenamiento de habilidades de afrontamiento activo del conflicto, que nos puedan facilitar herramientas y recursos para afrontar las situaciones del día a día o bien, llegado el caso, acudir a mediación con más herramientas para que el proceso transcurra con más agilidad. Prevenir el incendio en lugar de apagar el fuego. El mediador es un gran «entrenador» de habilidades de afrontamiento, además de conocedor del conflicto. De hecho, próximamente estoy preparando una serie de publicaciones, a raíz de todo lo que estoy aprendiendo en el Máster de Psicología Positiva Aplicada, sobre técnicas, prácticas y recursos que nos pueden ayudar a afrontar conflictos y situaciones complejas.
Si el afrontamiento del conflicto es el ascenso, la mediación puede formar parte de nuestro equipo. Está en las manos de cada uno elegir, algo que solo podemos hacer informándonos de las diferentes opciones a las que podemos recurrir para poder tomar una decisión consciente e informada.